Agradezco a Yolanda González, secretaria de SCRIMP, por encargarme la elaboración de este escrito exponiendo algunas facetas más personales de Pedro compartidas durante 49 años de amistad.
Nos encontramos en la SCRIMP en 1976 compartiendo la Técnica de Rorschach de Bruno Klopfer y Ewald Bohm. En aquel tiempo empezaba en la Sociedad la aplicación del Método de John E. Exner, y como siempre, su actitud era de apertura a lo nuevo pero agregaba “no por ser nuevo es mejor”. Relativizaba la importancia que Exner asignaba a la estadística. Con el tiempo se adhirió totalmente a la aplicación del nuevo Método Comprehensivo.
Tras solamente dos meses de habernos conocido ya comenzamos a ser compañeros de estudio todos los miércoles durante una hora y media. Trabajamos textos y artículos de Psicología y Psicoanálisis además de Filosofía, Historia del Pensamiento, y todo aquello referido a las Ciencias Sociales, incluyendo el texto resumido de El Capital de Marx.
Dos de sus rasgos personales fueron la prudente flexibilidad combinada con una extremada sensatez.
Un hecho que me impresionó fue que había dejado en ese mismo año la Iglesia como institución, en la que ejerció el sacerdocio en la Orden Salesiana durante 16 años. Su recorrido dentro de la Orden comenzó en su adolescencia haciendo el Noviciado. Esto, dada la edad formativa, marcó para siempre su desarrollo futuro personal y profesional.
Recordemos que los Salesianos se dedicaban a la educación de los jóvenes y su interés hacia ellos desde los valores cristianos. Él siguió ese hilo conductor porque su mayor interés fue investigar y tratar con adolescentes, con quienes tenía además suma facilidad para empatizar.
Otros dos de sus grandes rasgos han sido su voracidad en la lectura como también su buen gusto por estudiar, aspectos muy estimulantes para un compañero con el que compartir cualquier espacio, como el de las Reuniones de los Miércoles durante los 49 años continuados hasta su último mes de vida.
En cuanto a su actividad dentro de la Iglesia sobresalió como buen candidato para asumir responsabilidades futuras. Por eso fue enviado a Roma para estudiar durante cuatro años Psicología y Ciencias de la Educación. Ahí fue cuando se encontró con el Psicoanálisis, descubriendo en él respuestas más convincentes que las ofrecidas por la religión.
No veo fácil salir de la protección y el amparo que puede brindar la Iglesia, ya que implica exponerse solo ante la sociedad civil. Ello requiere mucho coraje y honestidad consigo mismo, por lo que llegamos así a otra de sus grandes facetas: la capacidad de compromiso ante cualquier tarea compartida con otros, además del gran compromiso consigo mismo. Esto le permitió realizar un cambio subjetivo: el concepto de alma quedó reemplazado por el de Psique y relativizó ‘lo moral’ consolidando más su ética personal, realizando un trabajo interior ímprobo.
Su experiencia en Roma aceleró su cambio, se trataba de un proceso que se venía gestando. Se le escuchaba ser crítico con la curia, a quien denominaba “la Empresa”, en la época de los curas obreros de los finales del Franquismo.
Los primeros años de nuestra relación fueron muy intensos; mi familia y yo éramos inmigrantes para los que España era un mundo desconocido, pero sabíamos de un sitio de Asturias en el que una parte de la familia había tenido raíces. Él nos ayudó a localizar esos orígenes y en vacaciones viajábamos con él y con mi familia a ese lugar; tanto a él como a nosotros nos gustaba el clima fresco de la ribera asturiana occidental, salíamos a pasear, a pescar… Como miscelánea, en aquellos viajes él le enseñó a caminar a mi hija.
Le recuerdo siempre como alguien muy colaborador, servicial y de fácil adaptación al entorno familiar, promoviendo con naturalidad un buen clima con los demás.
Hace 36 años y después de un corto noviazgo, se casó con Anna Badal, su muy querida mujer y compañera. Ella tenía dos hijas adolescentes y él las trató como un padre, así ‘se adoptaron mutuamente’. Con el tiempo las hijas de Anna le hicieron abuelo de tres nietas y un nieto a quienes trataba con adorable bondad, y viviendo en el mismo edificio la relación era estrecha y de carácter cotidiano.
En paralelo nosotros fuimos compartiendo diversos espacios juntos. Nos asociamos a un Club para jugar a Padel, lo que nos implicaba más horas de entreno y partidos a la semana. Como las paletas no se nos daban bien y perdíamos casi siempre, decidimos inscribirnos a un gimnasio para cuidar un poco más nuestro mantenimiento físico.
Nos veíamos 3 o 4 veces a la semana y cabe mencionar que nunca la rivalidad fue un obstáculo en ninguno de los contextos relacionales.
Un día me ofreció dictar juntos un seminario sobre Adolescencia en SCRIMP. Elegíamos un caso, preparábamos por nuestra cuenta el material y una vez en la clase exponíamos de manera espontánea. Además de contestar a las preguntas, siempre debatíamos entre nosotros, y vimos que resultaba muy estimulante a los asistentes.
Siempre preparaba minuciosamente sus clases para luego decir “no puedo esperar que los alumnos estudien si antes no lo hago yo”.
El seminario se nos daba mejor que las paletas durando cinco años de manera cuatrimestral. Lo mismo participando en supervisiones compartidas, primero con Vera Campo sobre Rorschach y luego con otros psicoanalistas a pacientes en terapia.
Quiero destacar también su enorme capacidad de trabajo. Era muy disciplinado, pulcro y organizado. Estas cualidades las adquirió y rescató de su periplo en la Orden Salesiana.
Siempre colaboró con muchas instituciones de lo más variadas: las Sociedades Española y Catalana de Rorschach y Métodos Proyectivos, y la Fundació Vidal i Barraquer, siendo un miembro ideal por su carácter temperado, humilde y moderado, puesto que había desarrollado ampliamente la capacidad de escucha.
Por un lado de apariencia seria y sin risa fácil, ofrecía una actitud reflexiva y moderada, de pensamiento profundo. Si bien a veces nos sorprendía con un tipo particular de ocurrencias que costaba discriminar cuando la persona habla en serio o lo hace en broma.
Como ejemplo de sus desconcertantes ocurrencias fue el que vivimos por la última voluntad de Pere: en su Funeral de cuerpo presente había pedido que sonara la música y la letra del himno “La Internacional” cantada en catalán. Tal vez esta fue la última broma que nos dejó en su partida: A fecha de hoy es objeto de debate el dilema de si lo hizo como marxista (en serio) o si se trataba de una broma. Personalmente me inclino por esto último, y que desde allá arriba se ríe con nosotros.
Por otro lado emergía una persona apasionada, al impartir las clases y además ante cualquier injusticia reaccionando de forma menos contenida, ya sea contra quienes regalaban las notas a alumnos, ante los políticos corruptos o ante la existencia de la Monarquía. Era firmemente Republicano y amante de Catalunya ante el evidente conflicto con el Estado Español. Activamente adherido al Procés comenzó a ver críticamente a su dirigencia, y mostrándose lejos de cualquier fanatismo.
En los últimos 11 años incorporamos un nuevo, y a su vez, último espacio compartiendo membresía en la AEHP “Asociación Europea De Historia del Psicoanálisis”, donde una vez más Pere destacó por su bonhomía hacia sus compañeros y por su alto nivel de compromiso.
Por estos privilegiados rasgos aquí descritos, Pedro ha sido el amigo más excepcional que he tenido.